Llegamos salvos. Me hacía falta desconectarme unos días del dícese mundo para compartir con amigos un fin de semana poco santo, y hacer el ya clásico asado de viernes santo.
Darse cuenta que el mejor invento del hombre no es el playstation sino que el desodorante ambiental. Tengo casi 1 Gb en puros recuerdos audiovisuales. Fotos de barcos que se van y vuelven en base a datos anecdóticos de los meteorólogos. Las calles sin salidas que siempre tienen el ingenio y la fórmula descodificada para salir o escapar. Y todas esas incoherencias que en la mezcla del sentido común en conjunto con la coherencia se vuelven atípicas, centrifugadas y tendidas a la libertad de imaginar cualquier cosa, menos eso.
Son las historias de las historias de mi historia que espero algún día poder contar a mis nietos.
Y la ciudad siempre está donde mismo, al igual que escapar a lo cotidiano dentro de la monotonía.
Suena esa canción de The Darkness diciendo que la vida cuadernística merece una buena actualización y mientras se abre paso al Shuffle (de azar y no de picadillos de fantasía) aparece la ciencia de Coldplay y una taza de café característica de mi casita. Nobody say it was easy.
Oh, it's such a shame for us to part. Nobody said it was easy, No one ever said it would be so hard. I'm goin' back to the start. Quiero hacer el sudoku más difícil del planeta y aprender a hablar en Vietnamita. Y como dijo la Genética: locus, locus... así me llaman mis genes.
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La ciudad inclinada aun no tiene internet en casa