Hoy dormí en la micro escuchando música y fuí feliz. Hice un esquema rápido de mi viaje en moto por Sudamérica, el cual tengo contemplado para cuando el tiempo y el dinero lo determinen así. Y mientras Hendrix le daba a la guitarra como si fuera su última vez haciendo música antes de morir por una sobredosis de pasión, deseaba haber nacido en esa época y haber sido un motociclista-poeta-fotógrafo-drogadicto y libre en esencia. Y me daba risa imaginar tantas cuestiones y ya me tenía que bajar luego. El caballero que iba al lado mio dijo en voz bajita como hablando solo al notar la hora de su reloj lo siguiente: uh la hora que es. Yo sabía que lo decía de manera exclamativa pero quise interpretarlo como una interrogativa. Entonces saqué de la mochila el diario la hora y le dije: bueno señor, la hora es un diario y se lo regalo. El señor me quedó mirando y soltó una de esas carcajadas que al provocarlas te hacen sentirte tan pleno de causar una felicidad instantánea. Me dio una palmada en el hombro tratando de contener la risa y me dijo: gracias, muchas gracias por el diario. Me bajé como a las dos cuadras de eso y el señor se despidió de mi con un fuerte apretón de manos diciéndome que ojalá no estuviera hecho el puzzle. Me fui caminando a mi casa a paso lento y ví como se escapaban de un hogar de menores en Bascuñán unos niños por los techos y la gente que trabaja en la reparación de las calles los pillaba y daba aviso al hogar de la fuga fallida. Seguí caminando y ví un perro tan parecido al que se arrancó de mi casa hace dos años, y pensaba en mi perrita que en estos mismos momentos se encuentra muy enferma y que espero que por favor se mejore.
¡¡dile que pase y que se limpie los pies!!.
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