Saturday, October 09, 2010
Lo que ronda 2 ( parte final)
Una tarde a principios de aquel enero que nos acompañamos a recorrer la línea 4 del metro. Ese café que pagué producto de una apuesta y toda la historia que iba a desencadenar. A ello sumemos las tres oportunidades que nunca volverán, un cigarro fumado en la ventana y ese beso que me robó llegando a Paicavi. Si quiero ser más preciso en lo último, entonces pido un flashback para volver a revolcarme con ella en la arena de Tomé. Un día en que intentábamos descubrir la misma canción tararéandola. Un mensaje de texto que proponía irnos al carajo un rato, y que el mejor de los carajos se vuelva parte de tu antología contemplativa. Bajarla en una abrazo del vagón en los héroes por un arranque de frescura que me dio. Ir a ver casablanca a Cinearte Alameda y después tomar once en la confitería torres. Discutir acerca de quién fue el mejor poeta chileno del siglo XX. No hablarle e ignorarla como por media hora esperando su necesaria disculpa. Decirle algo a propósito para que estallara su carcajada en medio de una obra y la gente la mirara feo. Ese mal día de agosto que cambió drásticamente a bueno cuando la tuve frente a mi. Esa disyuntiva entre dos películas repetidas que concluyó en una fuera de discusión. Esa mañana que desperté con su pelo en mi cara y darme cuento lo linda que seguía siendo incluso con lagañas. Ese día en que nos despedimos, o más bien, se despidió de mi, ahora pasado el tiempo y superado, termina teniendo otro sabor. Sus ojos que brillaban cuando hablaba de sus sueños y el día en que ellos se volverían reales. Cuando la volví a ver después de varios años, volvimos a caminar las mismas calles y fue mi iniciativa la que la besó esta vez.

A veces me habría gustado haber vivido todo sólo con una mujer, con esa mujer, que llega y se va de tiempo de tiempo junto a mi poesía. Cómo podría explicarle entonces, que cada palabra en realidad no dependía de los presentes, que cada palabra por si sola valía más que todo lo que podía decir en una tarde. Cómo podría entonces explicarle que toda mi pasión nunca ha sido muy razonable cuando se trata de una mujer, que todos estos años esperándola la mayor parte de las experiencias han sido erráticas y contraproducentes. Cómo podría decirle sino de esta forma, que pienso ese día en que comprobará todo y dará una señal evidente para ir a su encuentro y quedarme para siempre anclado en esos labios. Que pienso mejor cuando camino para no desdecirla desde antes. Esa miel que tiene el hecho de saber que existe y toda la esperanza que el mar ha depositado en ella son los elementos que determinan el creerle un poco más a esta vida. Es la convicción de que a los setenta años caminaremos por un parque en quién sabe qué ciudad y seguiré amándola de la misma manera que cuando se lo dije la primera vez.
 
posted by Voknahelio at 10:53 PM | Permalink |


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